Crónica de la representación de la obra de teatro Marx Contra

Con motivo del bicentenario del natalicio de Marx, el Movimiento por la Reconstitución (MxR) home­najeó su figura con un artículo en su órgano de expresión Línea Proletaria[1]. La reivindicación de su legado, comprendida desde las tareas que emanan del Plan de Reconstitu­ción únicamente puede significar la defensa de la vigencia histórica de la teoría revolucionaria y su proyección histórico-política en forma de crítica revolucionaria.

En el marco general de esa reivindicación del marxismo como el pensamiento de toda una clase, y, de la propia revolución proletaria como necesidad y posibilidad histórica, surge Marx Contra[2]. El pasado mes de diciembre del 2019, tuvo lugar la representación de esta obra teatral por segunda vez.  

La representación estuvo pre­cedida de una introducción política que reivindicó, ante un aforo com­pleto y un público heterogéneo, la obra de Marx Contra como ejemplo de arte revolucionario. Porque, en efecto, hoy, la clase que aspira a la revolución como transformación ra­dical de sí misma y del mundo que le rodea, en íntima conexión, no puede renunciar al arte. Pero tampoco puede comprenderlo como un espejo de la realidad, si no como un martillo con el que darle forma. Por tanto, desde la independencia ideológica y política, la vanguardia puede generar modos de expresión cultural propios que sirvan a los intereses de la revolución. Y esto es lo principal: que ese arte exprese el cumplimiento de las tareas históricas que a día de hoy encaramos para la reconstitución del sujeto revolucionario. Marx Contra, como tal expresión cultural, tiene un contenido fundamental­mente apelativo que subvierte toda actitud de contemplación constitu­yéndose en una auténtica llamada a filas de la Revolución Proletaria Mundial (RPM).

Este arte revolucionario, aparte de legítima expresión de un proletariado revolucionario (hoy su vanguardia) en ascenso, debe ser una vinculación efectiva y multiforme de la vanguardia con las masas. La ori­ginalidad y la creatividad, individual o colectiva, desde la principalidad de la subjetividad consciente con arre­glo a lo que la revolución demanda de nosotros en cada momento, nos previene de toda visión monótona o uniforme de la propaganda, pues ésta adoptará múltiples estilos en el deve­nir del proceso de Reconstitución en su conjunto, apuntando desde distin­tos ángulos a la creación de una opi­nión pública comunista, expre­sión de la dimensión social del aterrizaje de la vanguardia marxista-leninista en el seno de la vanguardia teórica.

Al fin y al cabo, la clave de la propaganda revolucionaria es la correcta incidencia y elevación de las masas a posiciones de vanguardia, desde una visión estratégica del proceso revolucionario.

Esta introducción política fue, así, clave para la correcta compren­sión de la representación que aconte­cía, situando la conciencia al mando en el espectador. Finalmente, el desa­rrollo de la obra, presidida por dos pancartas rojas con las consignas del comunismo revolucionario, estuvo espontáneamente rubricada con un canto de la Internacional. Todos es­tos elementos signaron el feliz desenvolvimiento de la jornada para todos los asistentes.

La calurosa acogida que la obra tuvo y la amplitud de sectores entre el público nos advierte de algu­nos elementos novedosos. La capaci­dad operativa creciente en el seno del Movimiento por la Reconstitución apunta a una solidez efectiva en el proceso de construcción de vínculos ideológico-políticos de vanguardia. Por otro lado, señala también la cada vez mayor atención con la que la vanguardia teórica recibe la actividad de la vanguardia revolucionaria. En definitiva, un cuerpo más robusto y una progresiva imbricación en el ambiente que la circunda, permite a la vanguardia transformándose a sí misma y al mismo medio material con el que entra en contacto, experiencias más sociales en la acti­vidad propagandística de la ideología revolucionaria y de su articulación en la direccionalidad que efectivamente el Plan de Reconstitución propor­ciona.

Esta buena recepción nos evoca el Acto público, celebrado en marzo de 2019, que el Movimiento por la Reconstitución or­ganizó en Madrid. La vanguardia marxista-leninista radicada en la capital del Estado español, aprovechó esta ocasión para reivindicar la figura del renano, la vigencia del marxismo como Weltanschauung[3] (cosmovi­sión) y su vinculación interna e his­tórica con la Reconstitución. Y es que, en efecto, la Línea de Reconsti­tución, en tanto que recuperación de la universalidad del comunismo, es el marxismo vivificado de nuestros días.

El acto estuvo dividido en dos partes. Una primera ponencia ─que reproducimos en este número inau­gural de Aurora[4]─ y el estreno de Marx Contra. La totalidad de la jor­nada, de casi cuatro horas de dura­ción, demostró cómo a cada vez más sectores de la clase les inquieta la vigencia y el estado del comunismo y se preguntan qué hacer.

En la medida en que esta sociedad inercialmente tiende a su propia reproducción, que no hay ya tendencia espontánea ni mecánico automatismo que nos acerque a la revolución, la celebración de un evento público de más de doscientos asistentes, con un carácter explícito y explicitado de vanguardia, donde se reivindica la ideología como epicen­tro de todo actuar revolucionario hoy, es ya todo un hito. Pero este acto es la expresión de algo que va más allá, de todo un proceso que viene gestándose en los últimos tiempos: la constatación pública y sin comple­jos de un espacio político propio inequívocamente conquistado por un movimiento de vanguardia con voca­ción de configurarse como fuerza política efectiva. Parece que la cosa va en serio.

En tanto que constatación, es importante dejar claro que es el resul­tado de un sedimentado trabajo en la dirección marcada por el Plan de Re­constitución que da cuenta de lo ya conquistado por parte del conjunto del Movimiento, en tanto que sistema de relaciones de vanguardia con un bagaje de más de un lustro.

Como decimos, este espacio político está consagrado a las necesi­dades específicas de la vanguardia comprendidas en el período de preparación de la revolución. Algo, por otro lado, insólito en el conjunto del Movimiento Comunista del Estado español (MCEe), enfangado de ortodoxia economicista que des­tierra explícitamente el factor cons­ciente como condición primera para relanzar la RPM o lo posterga ad infinitum. Podemos estar seguros, pues, de que nadie nos lo ha rega­lado, que es el legítimo resultado de nuestros propios esfuerzos por ele­varnos a la comprensión del período histórico que vivimos de impasse entre dos ciclos revolucionarios.

En este sentido, la otra motivación del acto fue la propia reivindicación pública del Movi­miento por la Reconstitución en Madrid, dirigida al conjunto de la vanguardia teórica que habita en esta región; reivindicación que, dicho sea alto y claro, fue excelentemente acogida. Pero, más allá del inapela­ble hito político que supuso, nos informa que desde un polo de refe­rencialidad cada vez mayor, el MxR vincula la subjetividad que se interroga por las grandes cuestiones de la revolución social con la activi­dad de la crítica revolucionaria como único camino posible de preparar la revolución en tiempos en los que la revolución está ausente, capacitán­donos a nosotros mismos en primera instancia como estrategas de la misma. Es, dicho de otro modo, la in­cipiente maduración del mecanismo de transformación de la voluntad en conciencia comunista.

La ponencia expresa todo esto: defiende la actualidad del mar­xismo como proyecto histórico de emanci­pación universal contra todo tipo de particularismo. Este asincronismo entre su actualidad histórica y su ac­tual y completa postración ideológica y política es comprendido desde el Plan de Reconstitución y desemboca necesariamente en la actividad central de crítica revolucionaria, aplicando el marxismo al marxismo, es decir: desde las coordenadas que el Balance del Ciclo de Octubre como tarea estratégica del proceso de Reconstitución en su conjunto esti­pula. La posición privilegiada que nos otorga el Ciclo cerrado nos per­mite revolucionar conscientemente nuestras propias premisas de partida y construir comunismo concéntrica­mente hoy en torno a la crítica revolucionaria.

La ponencia también desgranó algunos de los elementos clave de la formación del marxismo como cosmovisión independiente, revolu­cionaria, capaz de situarse a la vanguardia del proceso social. Para llegar a ser tal, el marxismo tuvo que metabolizar las grandes conquistas teóricas del mundo burgués. Una tarea similar se nos presenta a los comunistas hoy, pero desde un nuevo punto de partida histórico-universal: metabolizar las experiencias de praxis revolucionarias legadas por un siglo de Revolución Proletaria Mundial.

En definitiva, tanto el Acto público como la obra de teatro son experiencias que van forjando un determinado clima político, social y cultural de vanguardia, que debe acompañar a la organización de la vanguardia marxista-leninista más sus vínculos con las masas (esto es, hoy, con el resto de la vanguardia teórica) como parte insustituible del proceso de hegemonización omnímoda del marxismo revolucio­nario en su medio social.

La Redacción
Junio 2020


[1] Nos referimos al artículo La ardua tarea de la radicalidad: En ocasión del bicentenario del natalicio de Karl Marx. En LÍNEA PROLETARIA, nº3, diciembre de 2018, pp. 87-94 disponible en  http://reconstitucion.net/Documentos/LP_3/Ardua_tarea_radicalidad.html.

[2] Obra disponible en http://reconstitucion.net/Documentos/MARX_CONTRA.pdf.

3 Si el lector no está familiarizado con la noción de marxismo como Weltanschauung que defiende la LR le recomendamos encarecidamente el estudio de La nueva orientación en el camino de la Reconstitución del Partido Comunista. Balance y Rectificación; en LA FORJA, nº31, año 2005, pp. 41-42.

[4] Ver más arriba La vigencia del marxismo y la Reconstitución; en AURORA, nº 0, junio de 2020, pp. 7-15.